Toda mi carrera profesional la he desarrollado en el ámbito comercial y el marketing, por tanto, todo lo que suponga saber llegar a la gente, captar su atención y conseguir finalmente serle de ayuda, bien a través de la venta de un producto o de la prestación de un servicio (aunque este no lleve consigo un beneficio económico), me ha apasionado. En este sentido, un perfil que siempre me ha atraído ha sido el de los trileros.
Los trileros, como sabréis (obviando la connotación negativa del termino asociada a la estafa) se caracterizan por ser capaces de en breves segundos captar la atención de un transeúnte y llevarlo a su terreno. Son todo un ejemplo de ¨elevator pitch¨. Es decir, aun sabiendo que desconfiamos de ellos, tienen la capacidad de ganarse nuestra confianza y hacernos creer que podemos obtener un beneficio fácil con ellos.
¿Y a que viene la historia de los trileros en esta entrada…?pues la respuesta es que últimamente siento como esta figura aparece cada vez mas en las operaciones comerciales, es decir, el puesto de trilero ya no solo se ve en parques y callejones…sino que ahora es bastante frecuente toparse con ellos en el ámbito empresarial. Esto se da sobre todo en sectores emergentes donde por desgracia existe cierta desinformación por parte de los consumidores. En un mercado maduro obviamente esto es impensable.
Lo que esta ocurriendo en la actualidad es que el consumidor cuando quiere contratar un servicio que exige cierto conocimiento técnico, muchas veces no sabe donde acudir (esto no se vende en los centros comerciales) , por tanto, salvo que tenga la buena suerte de ir guiado a través de algún prescriptor, puede llamar a las puertas equivocadas y aquí es donde entra el ¨nuevo trilero¨. Dada la situación que acontece, parece que todos somos capaces de hacer de todo y la verdad, tenemos que ser realistas, mas que nunca debemos agarrarnos al ¨Zapatero a tus zapatos¨ y no ser tan atrevidos de ¨vender humo¨…
Esta situación de ¨piratería¨ da lugar a situaciones, incomodas y difícilmente justificables. No es tan raro el escuchar frases del tipo…
¨ ¿Y como es que tu me pones este precio si hay quien me lo hace por….? ¨
¨ Es que ya me engañaron una vez y me dejaron el trabajo a medio hacer…¨
¨ ¿De verdad vosotros sois buenos haciendo esto…? ¨
Como entenderéis a nadie le gusta escuchar estas frases y parece que estamos todos en el mismo saco. La desinformación de un cliente jamás debe aprovecharse como una debilidad para poder colocarle nuestro producto o servicio, sino que debe entenderse como un gesto de confianza el ponerse a nuestra disposición y que lo único que esperan de nosotros es profesionalidad. En este sentido todos deberíamos actuar, por ejemplo, como un buen farmacéutico, que no vende sino que aconseja. Muchas veces este consejo, asesoramiento, no se traduce en una venta inmediata, pero a la larga, si que son semillas que terminan por dar fruto.
Por tanto, tenemos dos opciones:
- Meternos en una guerra sin cuartel de me da igual lo que me pidan que yo lo que quiero es que me firmen un contrato, me paguen y ya luego veremos…. A fin de cuentas desvirtuar un sector.
- O ser realistas, ser profesionales y contribuir entre todos a que se hable bien de nuestra profesión y que los consumidores se muevan con total garantía entre los distintos competidores.
Yo como siempre mi respuesta la tengo clarísima, pero tu ¿Quieres ser trilero?
Francisco Acosta
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