Últimamente los directivos de Intelligenia hemos participado en múltiples foros y eventos relacionados con la innovación. También hemos entrado en el programa innocámaras, que centra su actividad en el mismo aspecto.
Hemos tomado parte en múltiples conferencias, mesas redondas, lluvias de ideas, debates y demás formas de comunicación y colaboración; en todas ellas se han hecho patentes varios elementos comunes, inquietudes que afectan por igual a los colegas que participaban y a nosotros, en particular cuando vienen de empresas que, como la nuestra, están más en la P que en la M de PyME. Procedo a tratar algunas
Hasta ahí, todo bien. La cuestión es que cuando se pasa a los casos prácticos y los ejemplos, la gran mayoría de los mismos se apoyan en la introducción y la aplicación de nuevas tecnologías (y en particular de Internet) en el producto, en su producción o en su comercialización. Y por nuevas tecnologías me refiero a aquellas relacionadas con la comunicación, la informática, la electrónica, etc.
Esto produce dos graves errores desde mi punto de vista: pensar que innovar implica hacer uso de estas nuevas tecnologías, y caer en el error de considerar innovación cualquier aplicación de dichas tecnologías.
Innovar, señores, no es hacer una página web... ni siquiera aunque esta sea 2.0 y use las últimas tecnologías. Esas tecnologías, si son verdaderamente novedosas y su aplicación está produciendo mejoras no explotadas hasta ese momento, pueden suponer una innovación para la empresa que desarrolla la página web, pero no lo suponen (al menos por regla general) para el negocio que da el salto a Internet. Es innovador sin duda vender pepinos por Internet, pero no lo es vender ropa, colonias, tornillos o coches. Todo eso ya se ha hecho, y no supone una innovación en el sector: en este caso la tecnología (la Web 2.0) no es por sí sola un elemento innovador. Es preciso que un analista, un ingeniero o un profesional con gran capacidad innovadora descubra la forma de utilizar esta tecnología para innovar; lo demás es vender aire... o en este caso, innovación enlatada (y la innovación, por definición, no se enlata).
Innovar, sin embargo, puede ser algo que se haga sin el menor atisbo de nuevas tecnologías. Un ejemplo de ello es uno de los productos estrellas, que son un claro ejemplo de innovación reciente, de Durex: la serie de juguetes sexuales. La innovación ha consistido en empezar a anunciar esos productos en prensa y televisión generalista y el vender esos juguetes en farmacias en lugar de en tiendas especializadas. Ni rasgo de las nuevas tecnologías.
Como cualquier otro proceso empresarial, el proceso de innovación debe ser adaptado a las pequeñas empresas. Es absurdo hablar de Departamentos y Dirección en una empresa familiar que cuente con dos empleados... en su lugar nos resulta más natural hablar de responsables: uno lleva unas cosas y otros otras, y se intenta establecer una cierta organización para no repetir los dos las mismas tareas ni dejarse otras olvidadas.
Del mismo modo, la innovación y sus procesos tienen que adaptarse a las pequeñas empresas. Es difícil contabilizar una inversión en I+D, no tiene sentido mantener un Departamento de I+D ni designar a un Gestor de I+D. No obstante esas figuras, aunque sean meramente nominativas y poco realistas, pueden ayudarnos a incorporar la innovación en nuestro día a día. Todos podemos ser parte del Departamento de I+D y tener el cometido de pensar en nuestro trabajo diario qué cosas podrían hacerse para mejorar. El gestor de la innovación sería aquel al que le contarías tus ideas para contrastarlas.
Personalmente todo esto me venía muy grande al principio, a pesar de que ahora hablo con cierta naturalidad del tema. Al principio intenté tomar los consejos e ideas que recogía en los distintos entornos por los que pasaba y aplicarlos a mi empresa directamente. Solo después comprendí que era necesario un proceso de adaptación para que sirviesen de algo.
Sin embargo un día enumeré, para completar una encuesta, los elementos innovadores en nuestros productos y procesos empresariales, y solo entonces fui consciente de los resultados de la aplicación de todos estos elementos adaptados.
En futuras entregas contaré qué elementos de gestión y fomento de la innovación aplicamos en nuestra empresa, qué elementos innovadores hemos incorporado a nuestro proceso productivo y cuales a nuestros productos. Nuestra asignatura pendiente es, quizás, innovar en el canal y el mercado, llevar un producto innovador desarrollado con procesos innovadores a aquellos lugares donde no ha sido llevado o de aquellas formas en las que aún no se ha presentado. Pero para eso estamos trabajando, precisamente ahora, en un completo Plan de Marketing que debería ayudarnos en estos aspectos.
Hemos tomado parte en múltiples conferencias, mesas redondas, lluvias de ideas, debates y demás formas de comunicación y colaboración; en todas ellas se han hecho patentes varios elementos comunes, inquietudes que afectan por igual a los colegas que participaban y a nosotros, en particular cuando vienen de empresas que, como la nuestra, están más en la P que en la M de PyME. Procedo a tratar algunas
¿Qué consideramos innovar, y qué no?
Por definición innovar es hacer algo nuevo. Lo que nos cuentan en todos estos foros es que innovar pasa por aplicar una nueva tecnología a tu producto, incorporar un elemento nuevo que mejore tu proceso de producción, encontrar una nueva forma de llegar al público, etc.Hasta ahí, todo bien. La cuestión es que cuando se pasa a los casos prácticos y los ejemplos, la gran mayoría de los mismos se apoyan en la introducción y la aplicación de nuevas tecnologías (y en particular de Internet) en el producto, en su producción o en su comercialización. Y por nuevas tecnologías me refiero a aquellas relacionadas con la comunicación, la informática, la electrónica, etc.
Esto produce dos graves errores desde mi punto de vista: pensar que innovar implica hacer uso de estas nuevas tecnologías, y caer en el error de considerar innovación cualquier aplicación de dichas tecnologías.
Innovar, señores, no es hacer una página web... ni siquiera aunque esta sea 2.0 y use las últimas tecnologías. Esas tecnologías, si son verdaderamente novedosas y su aplicación está produciendo mejoras no explotadas hasta ese momento, pueden suponer una innovación para la empresa que desarrolla la página web, pero no lo suponen (al menos por regla general) para el negocio que da el salto a Internet. Es innovador sin duda vender pepinos por Internet, pero no lo es vender ropa, colonias, tornillos o coches. Todo eso ya se ha hecho, y no supone una innovación en el sector: en este caso la tecnología (la Web 2.0) no es por sí sola un elemento innovador. Es preciso que un analista, un ingeniero o un profesional con gran capacidad innovadora descubra la forma de utilizar esta tecnología para innovar; lo demás es vender aire... o en este caso, innovación enlatada (y la innovación, por definición, no se enlata).
Innovar, sin embargo, puede ser algo que se haga sin el menor atisbo de nuevas tecnologías. Un ejemplo de ello es uno de los productos estrellas, que son un claro ejemplo de innovación reciente, de Durex: la serie de juguetes sexuales. La innovación ha consistido en empezar a anunciar esos productos en prensa y televisión generalista y el vender esos juguetes en farmacias en lugar de en tiendas especializadas. Ni rasgo de las nuevas tecnologías.
¿Cómo se innova?
Naturalmente no hay una receta para innovar. Está claro que innovar exige cierto riesgo, como cualquier otra inversión. Si no se dedica tiempo, esfuerzo, dinero o cualquier otro recurso de la empresa en este campo, no se consiguen resultados. El concepto de innovar implica invertir recursos en producir un cambio que luego causa un beneficio. El riesgo es variable, e incluso puede ser prácticamente nulo según lo evidente e inmediato del beneficio producido, pero la inversión es necesaria.¿Y en la PyME, qué hacemos?
Nos hablan de gestión de la innovación, de marketing, de oportunidad, de inversión... incluso de certificaciones y métricas de estos puntos. Nos preguntan que cuanto invertimos en I+D al año... y todo eso parece tan lejos de nuestro alcance, que los pequeñitos, las Pes de PyME, casi damos la vuelta y salimos corriendo.Como cualquier otro proceso empresarial, el proceso de innovación debe ser adaptado a las pequeñas empresas. Es absurdo hablar de Departamentos y Dirección en una empresa familiar que cuente con dos empleados... en su lugar nos resulta más natural hablar de responsables: uno lleva unas cosas y otros otras, y se intenta establecer una cierta organización para no repetir los dos las mismas tareas ni dejarse otras olvidadas.
Del mismo modo, la innovación y sus procesos tienen que adaptarse a las pequeñas empresas. Es difícil contabilizar una inversión en I+D, no tiene sentido mantener un Departamento de I+D ni designar a un Gestor de I+D. No obstante esas figuras, aunque sean meramente nominativas y poco realistas, pueden ayudarnos a incorporar la innovación en nuestro día a día. Todos podemos ser parte del Departamento de I+D y tener el cometido de pensar en nuestro trabajo diario qué cosas podrían hacerse para mejorar. El gestor de la innovación sería aquel al que le contarías tus ideas para contrastarlas.
Personalmente todo esto me venía muy grande al principio, a pesar de que ahora hablo con cierta naturalidad del tema. Al principio intenté tomar los consejos e ideas que recogía en los distintos entornos por los que pasaba y aplicarlos a mi empresa directamente. Solo después comprendí que era necesario un proceso de adaptación para que sirviesen de algo.
Sin embargo un día enumeré, para completar una encuesta, los elementos innovadores en nuestros productos y procesos empresariales, y solo entonces fui consciente de los resultados de la aplicación de todos estos elementos adaptados.
En futuras entregas contaré qué elementos de gestión y fomento de la innovación aplicamos en nuestra empresa, qué elementos innovadores hemos incorporado a nuestro proceso productivo y cuales a nuestros productos. Nuestra asignatura pendiente es, quizás, innovar en el canal y el mercado, llevar un producto innovador desarrollado con procesos innovadores a aquellos lugares donde no ha sido llevado o de aquellas formas en las que aún no se ha presentado. Pero para eso estamos trabajando, precisamente ahora, en un completo Plan de Marketing que debería ayudarnos en estos aspectos.
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